Sala 1
¡Ay, ay, cómo culpan los mortales a los dioses!, pues de nosotros, dicen, proceden los males. Pero también ellos por su estupidez soportan dolores más allá de lo que les corresponde. (Homero, La Iliada)
Odisea es un sinónimo común de conflicto. Las aventuras épicas de Ulises (Odiseo) en la Iliada de Homero provienen de la divinidad vocalizada y explícita. Para los griegos Titis (Discordia para los Romanos) era una diosa por cuya manzana Ulises lucharía la guerra de Troya y sufriría un naufragio por 20 años. La semilla del conflicto, el fruto del bien y el mal. El origen externo a nosotros sin embargo, se encuentra manifiesto en la predisposición humana a conflictuarse, comer dicha manzana supone entonces una cuestión de voluntad hacia habitar el conflicto.
Por otra parte, Ulises de James Joyce es considerada la novela más importante del Siglo XX y la más influyente de la literatura contemporánea. La coincidencia en el nombre no es casualidad. La obra del irlandés contiene múltiples posibilidades de lectura, múltiples capas de significado que se desdoblan conforme más se analiza al texto. Las 24 horas en las que ocurre la novela, metáfora de los veinticuatro cantares de la obra griega, incluyen un contacto con un dios, pero no como el que tenían en sus mitos los griegos. Más bien cercano al de Kierkegaard, que escapa al lenguaje. Así como para el filósofo danés la verdad de dios no se encuentra en las palabras de la biblia, sino en la vida de los que leen la biblia, las imágenes no contienen el conflicto, éste existe en nosotros al construirnos desde las imágenes.
El Ulises de Joyce y el de Homero son extremos de un péndulo. Con ambos podemos profundizar en el conflicto hasta habitarlo, dar un salto entre realidades. Romper las diégesis y llevarnos a algo que tal vez no queramos llegar, una “súbita revelación de lo que es una cosa, de su naturaleza profunda” como las que Joyce daba a sus personajes, con las que revolucionó el arte de la novela.
Esa fue la consigna del Encuentro de la Imagen MMXII. Recordando a una de las más importantes piezas de literatura y su capacidad para irnos adentrando en distintas capas del conflicto, lograr que a través de la imagen no sólo veamos este ni lo generemos a través de la imagen, sino que habitemos en él. Aquí te mostramos apenas 18 posibilidades con las que distintos artistas nos invitan al conflicto desde Venezuela, Argentina, Alemania, Chile, Colombia y México: conflictos internos, interpersonales, sociales y ambientales. Se necesita un criterio amplio, una disposición a ese desgarro, a nuestra propia deconstrucción como seres humanos a través de la imagen.