TIERRA Y FRUTO

TIERRA Y FRUTO

Mary Gard

Al mirar nuestro planeta, tan gloriosamente flotante en el espacio y justamente llamado ‘tierra’, brota su gracia específica de proliferar vida y, además, de hacerlo en medio de un silencio infinito que, como diría Pascal, es aterrador. Y así es.

En ese punto diminuto, dentro de la galaxia, hay tierra y fruto en un sinfín de sentidos. Desde luego, en el sigilo de la siembra y el cultivo que da alimento, pero más profundamente en quienes son fruto de la carne que vive sobre la tierra y miran hacia el cielo.

Tal vez sea posible mirar el seno materno con la misma fragilidad con que aparece nuestro planeta en el espacio. Tierra en que se acunó una semilla y hubo fruto, del mismo modo en que viajan los cuerpos celestes en la vía láctea y, sólo bajo una parva posibilidad, pueden llegar a un fragoroso encuentro.

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