Cine experimental

Cine experimental

El cine experimental y su relevancia para pensar el séptimo arte desde un enfoque menos antropocéntrico

Autor: Aldo Ter-veen

En el proceso de indagación para encontrar las dinámicas en las que el lenguaje audiovisual pueda colaborar con la investigación académica que estoy llevando, tuve la fortuna de embarcarme en un proyecto para realizar una pieza artística con el marcado requerimiento de que estuviera protagonizada por microbios. Esto me hizo reflexionar sobre la figura central del arte (el hombre blanco) y cómo, de manera cultural, hemos generado nuestra apreciación del mundo a través de éste como modelo de relación. Cómo el arte ha configurado sus formalidades para atender esta tendencia humanista y cómo esto puede generar estructuras políticas de privilegio y discriminación. Además de que nuestro discurso de la realidad sea llevado de esta manera, nos cierra las posibilidades de tener una mayor reflexión de todos esos sucesos de la existencia que no se pueden clasificar desde nuestra limitada apreciación humana.

Hablemos desde el punto de vista de la forma de arte más reciente: el cine. Con una fuerte influencia, tanto monetaria como cultural, es una herramienta de subjetividad con una estructura bien marcada y establecida. El autor es quien reinterpreta una realidad ya sea por medio de la ficción o el documental y la expresa a través del llamado lenguaje audiovisual cinematográfico, utilizándolo a favor de una narrativa con la que se busca comunicar un propio discurso, valiéndose así de recursos que permitan una mejor comunicación y entendimiento para el espectador. Partiendo de esto, las dinámicas, herramientas, y formatos establecidos por el lenguaje siempre estarán conformados por un significado sociocultural, permitiendo que el espectador tenga una facilidad de lectura, sea consciente o inconscientemente. Y por este mismo motivo es por el que existe una relación ampliamente humanista en el séptimo arte, pues es comunicativamente más sencillo que el modelo de relación en el espacio fílmico y su significado, siempre sea medido a partir de “el cuerpo humano” o la apreciación que éste tiene en un lugar y tiempo determinado.

Esto no solo ha provocado una comodidad creativa en la manera en la que el autor, los guionistas y las productoras proponen y desempeñan su trabajo para generar un discurso; las convenciones canónicas están tan bien definidas que se convierten en un modelo a seguir inamovible y la creatividad queda relegada a mejorar y embellecer ese mismo modelo. Esto provoca a su vez, que se genere una conveniencia perezosa en el espectador, quien en la costumbre de ver siempre una fórmula en la narrativa (tanto argumental, como audiovisual), es poco paciente e intolerante a otro tipo de propuestas y rechaza completamente lo que está viendo, buscando una explicación directa en lugar de una reflexión analítica comprometida con la generación de nuevas ideas.

Pero el problema más grande recae en que el “lenguaje” fílmico, en su facultad de estructura de signos comunicativos, tiene la capacidad de condicionar nuestra manera  de pensar y reinterpretar la realidad a nuestro alrededor. De este modo, el antropocentrismo que existe en el modelo de relación del lenguaje, sumado al poder dominante de una industria fílmica norteamericana, condiciona aún más haciendo que nuestro entendimiento sea completamente a favor de la cultura de Occidente. lo cual ha provocado a su vez una serie de ideologías en donde el habitante de este espacio geográfico, con sus cualidades físicas e intelectuales, sea aquel quien deba recibir una mayor atención moral por encima de cualquier otra cosa. 

Pero existe una excepción a todas estas narrativas: el “cine experimental.”  Siempre en la búsqueda de crear nuevas formas de expresión con todos los recursos fílmicos (Inclusive creando nuevas herramientas) para inquietar al subconsciente buscando que reflexione.  Este género, en gran cantidad de sus producciones, no tiene como modelo protagónico ni al cuerpo humano ni a su relación con el mundo, pues desde su origen se ha utilizado para poder exponer una realidad que va más allá de los sentidos; siempre ha tratado de mostrar lo que no se ve a simple vista en una realidad de sueños, pensamientos e ideas. Y de esta manera, aun cuando el tema central de la obra sea un concepto en vínculo con el carácter humano, el despiece del lenguaje es transgredido, buscando nuevos modelos de expresión, a veces proponiendo también que esa misma transgresión represente al concepto de manera creativa. 

El problema del cine experimental es que es imposible encasillar, no tiene una clasificación directa que ha determinado la industria tradicional y por lo mismo como todo lo que no se puede encasillar, se rechaza. Manteniéndolo al margen de la industria fílmica, al no ser concebida como una inversión de negocio, no se le da una difusión suficiente para llegar a públicos más amplios. Sumado a que su estructura, en lenguaje y creación, exigen una condición amplia de un análisis más grande, pues no hay una literalidad o una representación visual ilustrativa. Por lo tanto, no es de extrañar que no exista interés por parte de una audiencia a la que simplemente se le ha ofrecido una cantidad amplia de productos de fácil digestión, con un carácter menos de arte y más de entretenimiento.

Pero entonces ¿realmente cuál es la importancia de hacer cine experimental? ¿Por qué tratar de generar alternativas para modificar la apreciación de un público acostumbrado a fórmulas, y además hacerlo desde un enfoque artístico que parecería ser ampliamente elitista y sumamente limitado en audiencia?

El cine desde sus inicios ha sido una experimentación per se, “El Regador Regado” de los Hermanos Lumière, soltó el carácter informativo documental con el que estaba trabajando, para crear el primer gag de slapstick comedy de la historia. Si Alice Guy no se hubiera atrevido a contar la primera historia de ficción, no existirían los experimentos fílmicos de Méliès o Segundo de Chomón. Y si Griffith y Kuleshov no hubieran experimentado con los recursos técnicos y de montaje, no existiría la narrativa audiovisual tal como la conocemos ahora. El cine ha necesitado que la industria innove no únicamente de manera tecnológica sino creativa, que existan mentes valientes que se atrevan a descubrir todas las posibilidades que el arte ofrece;  más importante aún, el cine necesita que el espectador descubra estas nuevas maneras de ver películas, que las vuelva parte de su consciente, y que de esta manera inspire a nuevos creadores a seguir experimentando pues, tanto el cine como el lenguaje audiovisual aún tienen una infinidad de cosas por ofrecer en lo que a narrar nuestra realidad refiere.

Los vanguardistas de las primeras décadas del siglo pasado proyectaban sus obras en pequeños soirées con sus amistades más cercanas; la primera proyección de “Un Perro Andaluz” fue en un pequeño salón con únicamente Man Ray, Louis de Aragón y el propio Buñuel. Walter Rutmann presentó “Berlín Sinfonía de una gran ciudad” en el Tauentzien Palast únicamente para la aristocracia de la época, cosa que no limitó el alcance posterior que tendrían dos de las obras más importantes de la cinematografía. Y claro que son piezas que siguen siendo vistas por un grupo muy selecto de personas, pero ¿qué sucede cuando decimos que estas películas fueron de gran influencia para figuras de la cinematografía contemporánea como David Lynch y Michael Heneke? El cine se nutre de sí mismo y siempre está en constante expansión y, con esto, aumenta nuestra perspectiva del mundo.  Debemos de salir de las fórmulas, generar nuevas propuestas creativas, observar y reflexionar para con esto evitar que el lenguaje audiovisual siga trascendiendo en nuestra psique creando estructuras políticas y humanistas que no hacen más que seguir representando al privilegio y discriminación.

Lo que escribo es a manera de llamado para seguir experimentando. En la actualidad existe una amplia facilidad para filmar y crear nuevas propuestas, en nuestros bolsillos hay cámaras más potentes de las que había hace treinta años, procesos para los que anteriormente debían de contar con un gran presupuesto, ahora están al alcance de un clic. Además, y quizá más importante, las ventanas de difusión y exposición han crecido al por mayor; ahora casi cualquier red social tiene la capacidad de reproducir y compartir una obra fílmica completa y éstas a su vez ofrecen dinámicas y formatos dentro de sí mismas con los cuales también poder trabajar.

Desde lo personal, considero que seguir haciendo y consumiendo cine experimental ayudará a darnos cuenta que existen más lugares de nuestra realidad hacia donde colocar nuestra mirada, abrirnos a nuevas sensaciones y crear nuevos pensamientos, pero sobre todo a encontrar en el arte cinematográfico una relación personal, que nos haga mirarnos en retrospectiva sobre cómo percibimos y donde nos coloca esta reflexión en el mundo.

Referencias:

http://catarina.udlap.mx/u_dl_a/tales/documentos/lco/gonzalez_z_ja/capitulo1.pdf 

Contacta al autor

Correo electrónico: aldo.terveen@uaq.edu.mx

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